domingo, 4 de agosto de 2013

Es verano

La hierba acaricia la palma de mi mano cuando enredo los dedos en sus verdes tallos. El sol caldea el ambiente con sus pesados rayos de oro. Cierro los ojos y huelo a verano, a alegría, a una inexplicable sensación de juventud colectiva.
Desde debajo de la fresca sombra que me proporciona una sombrilla, alcanzo a oír los chillidos de júbilo de los niños que juegan y chapotean en la piscina. Sus madres presumen de ellos en voz alta con sus amigas. Yo me imagino su sonrisa orgullosa pero tierna. Escucho también a unas cuantas señoras mayores que intercambian chismes y cotilleos. Y mientras, mis amigos ríen a mi lado. Siguen jugando a las cartas, creo.
 En ocasiones, me da la sensación de que se juegan algo, porque sus gritos de indignación o regocijo estallan en mis oídos de vez en cuando. Sin embargo, cada vez que acaba la partida, sus carcajadas resuenan sin preocupaciones.
— ¡Oye! ¿Vienes a bañarte?
Abro los ojos y veo que se refieren a mí. Aún no se ha secado mi bañador, pero qué más da, ya estoy lista para otra sesión de ahogadillas.
— ¡Claro que sí!
Es verano.